Cosas que extraño de mi adorado PoNce (con acento en la N)
Foto: Ponce.com
Muchos dirán. que hace Karla escribiendo sobre Ponce, pues nací en Ponce y viví allí los mejores años de mi vida.
En el 2009 cuando me gradué de cuarto año no dudé dos veces en mudarme a la Ciudad Señorial e independizarme. Comenzaba la universidad y quería comenzar a descubrir y tener nuevas experiencias. Con las posibilidades y oportunidades de irme a estudiar al Colegio de Mayagüez o a la UPR de Carolina, decidí rechazar esas ofertas de estudio y quedarme estudiando en la Pontificia Universidad Católica en Ponce.
Bastaron solo días para acostumbrarme al calor de más de 90 grados todos los días, al sol intenso, a los tapones, a las luces, a la gente. Vengo de un pueblo sumamente frío, donde la mayor parte del tiempo es lluvia, y por supuesto, no hay semáforos, aunque no lo crean.
Viviendo en el mismo casco urbano de Ponce, con la universidad de frente comencé a sentirme PONCEÑA. En esos cuatro años en los que estuve haciendo mis bachilleratos conocí gente preciosa. Amistades inigualables, las cuales aún ya no viviendo en la Perla Del Sur, conservo y me reciben siempre con el mismo amor y energía. Demás está decir que el carisma de la gente de Ponce no se compara con ninguno. Orgullo, simpatía y hospitalidad, eso percibo de cada ser humano de esta ciudad.
En Ponce, tuve mis primeras oportunidades de empleo. Empleos en donde conocí a mis primeros maestros de la vida, y también a clientes que sin conocerme me ofrecieron de su ayuda y si voy de visita al sur se alegran de que vaya a visitarlos. Trabajaba como cajera en un supermercado donde tuve la oportunidad de trabajar con gente de Ponce de todas las edades. Mis compañeras, ¡que extraño tanto!, mis jefes, que me enseñaron a ser paciente y a aprender a ser una mujer más responsable y me trataron siempre con mucho respeto y amor.
Así fui formando un gran equipo de personas que no salen jamás de mi vida y corazón. Mis amistades de la universidad, que literalmente, la mayoría de las personas que tengo en mis redes sociales son ponceñas, mis primeros amores, mis mejores recuerdos, todo de la Ciudad del los Leones.
¿Qué extraño de Ponce? Podría estar horas escribiendo.
1. Admito que lo más que extraño es poder estar un domingo en la tarde/noche con mis amistades dándonos unas medallitas en La Guancha mientras escuchamos salsa y después terminamos hablando incoherencias en Cafelao.
2. Los días de universidad: pasar horas muertas en el Centro de la Cato. ¡Ahhh! No había nada mejor que llegar y estar allí con mis amistades.
3. ¡Los jangueos! ¿Cómo no? Si jangueaba de martes a domingo. Los martes a comer alitas en Hollywood y si habían juegos de NBA, pa’ allá iba. Los miércoles igual, Hollywood con las Coors Lights a $1. Los jueves en Red Level, despues, South City para el Happy Hour de Medalla, o para la Bodeguita donde se tomaban medallas acompañadas de shots de chichaito. Los viernes para los open bar de Spots, ¡ que mucho dinero gasté en ellos! Y los sábados en cualquier lugar donde hubiera un poco de alcohol, o mejor dicho, bastante.
4. Las comidas de Rancho 107, La Cafetería Ramos, los pinchos del pueblo, Punto 11, Juaco, los mofongos de la Guancha, las frituras del Tango, el Tasty, Tompy, la Guarina, el Fogón de Yuya… ¡Quiero todo ahora mismo! ¡Hasta quenepas!
5. Irme un lunes o martes a las 3pm al Mangoito, con mis compañeros de clase, incluyendo profesores hasta cerrar el chinchorro. O en el peor de los casos ir a Chitos de la 14 a seguir en la bebelata.
6. En Ponce salía sola pero con la seguridad de que me iba a encontrar a mil personas que conocía y terminaría siendo la mejor salida no planificada. I miss that!
7. Extraño hasta las caídas que tuve en distintas partes de Ponce, donde dejé las rodillas y los codos por estar mirando pa’ donde no debía.
8. Extraño los helados chinos de la plaza, las piragüas, las sangrías y los mojitos del sur.
9. Extraño ir a New York Style Pizza a las 3am una noche de esas bien buenas.
10. Extraño ir al Cañon a las 4am a ver el amanecer.
11. Extraño los mosquitos matadores de Villa del Carmen, las calores sofocantes de Los Caobos y el revolú de la Muñoz Rivera a las 3pm.
12. Las Mañanitas, Las Patronales y el Carnaval.
13. Extraño llegar a alguno de mis apartamentos y que cualquier de mis amigos me llame y me diga “¿qué vamos a hacer hoy?”.
14. Si hay algo que extraño muuuucho, es la temporada del Baloncesto Superior Nacional. ¡Gente! La mejor fanaticada la tienen en Ponce. En ningún pueblo se siente la vibra que se siente en el Pachín. Ni siquiera en el Clemente, porque hasta cuando Ponce juega en San Juan, se llena de camisas rojas.
15. ¿Cómo no extrañar las caravanas de la universidad y las Justas cuando vivía en Ponce? ¡Que despelote! ¡No diré más!
¡Si sigo, no termino! Cada vez que bajo de San Juan y paso por las enormes P O N C E , como que se me infla el corazón pero me da mucha melancolía. No tener lo que tuve prestadito durante esos años. Pasaba muchos días sin ir a visitar a mi familia, porque la verdad me fascinaba estar en Ponce aunque no estuviera haciendo nada.
A mis amistades la Perla del Sur: Gracias por darme unos años extraordinarios, por hacerme pasar ratos increíbles. Por las noches perdidas en los partys, por las conversaciones sin sentido pero nunca vacías, por las risas, y por sobretodo la lealtad.
De Ponce me llevo frases, palabras como "masa", malas mañas, orgullo, cariño, recuerdos... Como bien dijo su alcaldesa “los ponceños nacen donde les de la gana”.
XoXo
-Karlamaría💋