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Detox de sal y arena


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El domingo, luego de haber nadado con caimanes, cocodrilos, peces y sapos en las aguas cristalinas del mágico manantial de Vega Baja, me moví diez minutos más adelante hacia la playa. Mar Chiquita siempre fue uno de los lugares que siempre quise visitar todos los meses cuando salía de mis citas en el Doctor's Center, pero por obvias razones no era posible. Ahora, de "grande" se me antojó ir pero no por capricho.

Al igual que me pasó con mi visita a la Finca El Girasol en Guánica, planificaba siempre ir pero el clima no me permitía, hasta que se dio el día y todo salió mejor de lo que esperaba. Así me pasó con la playa. En Puerto Rico "todo el año es verano", pero no es muy normal que vayamos a la playa en enero. Las olas están fuertes, hace "frío", etc... etc...

Mar Chiquita es una playa hermosa. Estaba como quien dice para mi, ir ese día y tener mi encuentro con el mar. Más que ir a tomar el sol, quería como en muchas ocaciones, irme a mi lugar favorito a pensar y a dejar mi mente clara para el futuro.

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Esas horas que estuve allí, en unos cuantos silencios, escuchando solo las fuertes olas que habían, sintiendo el sol que a penas me marcó la piel y la suave arena fueron mucho más que un simple domingo de playa.

Mientras muchas personas hacen detox para limpiarse el cuerpo, o por ser cool y hacer una dieta que está de moda, yo lo hago con mi espíritu y mi alma. Me retiro al mar cada vez que estoy por comenzar un nuevo proyecto, tengo mucho estrés o simplemente cuando necesito sacar de mi mente pensamientos que no me atraen nada positivo a mi vida.

Al menos a mi me funciona mucho. Así como a mucha gente le gusta ir a la iglesia o quizás a algún sicólogo a contarle sus inquietudes, yo dejo que todo fluya en la naturaleza y me purifico con ella, a fin de cuentas todos le pertenecemos y somos para ella sus hijos.

No soy persona de creer en el destino, ni mucho menos de planificar cosas para que sean perfectas. Simplemente creo que cuando las cosas pasan, pasan el el mejor momento. De todo se aprende en la vida. En los buenos momentos compartimos nuestras alegrías, triunfos y metas alcanzadas con la gente que amamos. En cambio, en los momentos difíciles, aprendemos a darnos cuenta de quienes son esas personas que de verdad nos quieren, independientemente por lo que estemos pasando.

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Hoy, continúo con una de las etapas más maravillosas e importantes en mi vida. Quiero agradecer a todos esos ángeles que la vida me ha puesto en el camino, que me han apoyado y han sabido darme las palabras perfectas, los abrazos más sinceros y sobre todo han sabido respetar mi espacio, mi manera de ser y mis momentos de silencio.

¡Besos siempre!

-Karlamaría

PS: realmente no habían cocodrilos ni caimanes en el manantial (en ese momento), pero si habían peces y ranas :)

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